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El Rincón de Ademuz, una comarca situada entre las provincias de Valencia, Cuenca y Teruel, ha
sido un lugar de cultivo y tradición agrícola. En sus tierras, bañadas por el río Turia, se ha cultivado
una variedad de manzana única: la Esperiega. Pues las condiciones climatológicas que se dan en
esta comarca son únicas para el cultivo de estas manzanas de calidad que aportan una dulzura y un
aroma únicos.
La Esperiega es una manzana de pulpa muy dura, azucarada y por ello “más buena de comer”, de
buena presencia y que no necesita de cámaras para mantenerse. De esta forma su recolección
comienza a mediados de octubre y se pueden mantener por sí mismas, hasta abril o mayo. Tras la
recolección, la manzana debe permanecer unos 20 o 30 días en casa para transformarse y así su
color rojo se hace más vivo y el verde se transforma en amarillo, según explica el Ayuntamiento de
Ademuz en su web.
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La Esperiega es la variedad que en otros lugares se conoce como las “manzanas heladas”, pues el
azúcar que contiene se cristaliza y parece ser de hielo. La manzana Esperiega es más tardía en su
floración respecto del resto de variedades. Su recogida también se desarrolla más tarde y es la
variedad que mejor aguanta el frío, y la conservación dura varios meses sin necesidad de
refrigeración.
La manzana Esperiega no es solo una fruta; es una herencia.
Generación tras generación, los agricultores del Rincón de Ademuz han cultivado estos árboles,
“escogiendo” cuidadosamente las mejores para vender por toda España. A lo largo del tiempo, con
la invención de las cámaras frigoríficas y el abandono de los pueblos, se ha ido perdiendo esta
tradición, y con ella los manzanos y los puestos de trabajo que este cultivo daba, una forma de vida
y un pilar económico para muchas familias en el Rincón.